jueves, 22 de septiembre de 2011

La ciudadanía, un poder real

Desde hace más de veinte años los movimientos sociales se han ido interconectando entre ellos, formando lo que se denomina el movimiento por la justicia global. Persigue –en su conjunto y desde perspectivas distintas- un sistema social y político que tenga en el centro a la persona –no el capital-, que busque la igualdad de oportunidades, el pleno ejercicio de los derechos desde la democracia, reducir las desigualdades y alcanzar la resolución pacífica de los conflictos.

De esta forma ecologismo, pacifismo, trabajo por el desarrollo humano, feminismo y lucha por los derechos humanos se dan la mano –no siempre sin debate ni conflictos- denunciando el modelo actual de vida y haciendo algunas propuestas de futuro, todavía incipientes.

Desde diversos ámbitos debatimos y trabajamos para construir un mundo más justo, sin saber todavía como encajar todas las piezas del puzle para que ello sea posible. Inventar un nuevo sistema no es tarea sencilla; por eso es bueno recordarnos, de vez en cuando, aquella máxima del movimiento de los indignados que dice que “vamos lentos porque vamos lejos”.

Hablando claro, para hacer un mundo más justo es necesario evitar ya los numerosos excesos de este capitalismo llevado a la máxima expresión, así como empezar a ofrecer alternativas posibles y sostenibles.

Para construir este otro mundo posible parece indispensable que la opinión pública se haga visible, reflexiva, crítica, que el consumidor sea –antes que nada- ciudadano, dispuesto a participar activamente en alguna esfera social.

Una opinión pública lúcida, reflexiva y organizada es una herramienta tan poderosa para cambiar las cosas que los gobiernos, las grandes empresas y aquello tan informe e intangible que llamamos “mercado” la temen verdaderamente.

Esa ciudadanía, activa y comprometida, constituye la semilla de cualquier cambio social. Es un nuevo poder que se añade a los poderes ejecutivo, legislativo, judicial y al llamado cuarto poder de los medios de comunicación. Se trata del quinto poder, que entra en juego con fuera en los albores de este siglo XXI.