El mercado invade todas las esferas de nuestra vida, la economía avanza como una apisonadora y la tecnología emprende una loca carrera hacia delante. Pero de esta globalización neoliberal, que fomenta el consumo exacerbado y potenia las desigualdades con extrema crueldad, ha surgido una fuerza imparable.
Los movimientos de ciudadanía global nacen de la indignación de asistir como espectadores impotentes a numerosos desastres y de una dolorosa constatación: ue luchar contra la desigualdad y por la paz constituye un imperativo cuando dos tercios de la humanidad consigue a duras penas sobrevivir y cuando todavía se resuleven los conflictos con la lógica de la fuerza y no de la razón.
Heterogéneos, utópicos y responsables, duramente cuestionados por el sector neoliberal, los movimientos sociales se sustentan en una ciudadanía cada vez más reflexiva, crítica, formada y constructiva, la verdadera herramienta de transformación social.
