lunes, 3 de octubre de 2016

Un mundo con demasiados miedos

Escribo aún en estado de shock, después de la ajustada victoria del NO en el plebiscito de Colombia (ayer, 2 de octubre) sobre los acuerdos de paz. El resultado no puede simplificarse como un NO a la paz, ni tan sólo como un NO a construir un país más justo. Pero quizás sí se puede simplificar como un NO a la generosidad con los combatientes (guerrilleros de un lado, paramilitares del otro), como un NO a pasar página a partir de la verdad, la reparación a las víctimas y al compromiso de no repetición, o como un NO a firmar la paz con quien la derecha conservadora y las élites económicas piensan cada año que están a punto de derrotar definitivamente.

En el país más desigual de América Latina (un 0,49% de la población tiene el 50% de la tierra, por ejemplo) y ante la paralización de los acuerdos recientemente firmados, no se puede dejar la negociación sobre el futuro al gobierno, las FARC y a los que han dicho NO a este acuerdo, sino que procede --a partir de ahora mismo-- crear una mesa de concertación con otros actores cívicos y sociales para debatir no sólo sobre la desmilitarización del país, sino también sobre las medidas que habrá que tomar para mejorar la equidad, el respeto a los derechos de todos y la justiocia social.

Éste de Colombia no es el únicop ejemplo de decisión tomada en el último año presa del miedo, compañero siempre defensivo y cobarde. Fijémonos en muchos de los argumentos del Brexit en Gran Bretaña, o de las políticas anti-immigración en Hungria y tros países del este de Europa, o de la paralización de conversaciones de paz entre Israel y Palestina, o de la tibieza internacional a condenar los excesos rusos en sus fronteras, o a la necesidad rusa de reivindicarse como potencia mundial con orgullo, o del dominio regional de Arabia Saudita conculcando derechos a diestro y siniestro, con la comunidad internacional mirando hacia otro lado, o las razones por las que Europa se desntiende del millón de refugiados que han llamado a su puesta con desesperación, o ...  Fijémonos bien, porque muchos de los argumentos aducidos tienen como base el miedo a la pérdida de privilegios, el miedo a no ser bien considerados, el miedo a la diversidad, el miedo a lo desconocido, el miedo al mestizaje, el miedo a dejar de ser quienes somos, el miedo, siempre el miedo,...

El mundo que nos llega, ya globalizado económicamente, sólo podrá ser un mundo donde las causas y los, problemas también serán globales, para bnien o para mal, y nos afectarán de manera directa. Las reacciones de "a mi no me afecta" tienen anunciada la fecha de caducidad, y como nos afectan habrá que afrontarlos con visión global y ánimo constructivo. Se acaban las jaulas de cristal y los privilegios geográficos, si no queremos ver un mundo invivible en permanente violencia. Los cantos de sirena de la extrema derecha xenófoba y elitista se oirán un tiempo (y lamentablemente influirán todavía en las decisiones políticas) pero no pueden augurar más que enfrentamiento y desorden.

El miedo no es un buen consejero y muy a menudo aboca al ensimismamiento, a la defensa numantina sin razones, a la exclusión del otro, a la no-cooperación sistemática.. Por eso, la conciencia ciudadana y las luchas informadas por los derechos humanos, la justicia global y la paz son más necesarias que nunca, no sea que cuando nos demos cuenta habitemos ya en un mundo con miedo en cada esquina. Con miedo al otro, que es como nosotros y también tendrá miedo.

domingo, 26 de junio de 2016

No es esto, compañeros, no es esto

Estas semanas he hecho campaña, modesta pero activa, escribiendo en twitter a favor del Brexit, por razones opuestas a las que han defendido la mayoría de británicos partidarios de salir de la Unión Europea: yo no he deseado nunca una Europa que se limite a ser sólo un mercado común --como ha defendido siempre GB-- ni una Unión limitada por el poder soberano y excesivo de los Estados miembros --como siguen pretendiendo las élites económicas y políticas de los países jacobinos como España--, ni un entramado burocrático que permite privilegios entre Estados (como el cheque británico), sino una Europa de los ciudadanos en que los máximos mandatarios políticos nos representen y sean elegidos en votación democrática, i donde un Parlamento Europeo tenga competencias definitivamente cedidas por los Estados.

Ahora, una vez realizado el referéndum británico, parece que vuelven a confundirnos interesadamente los términos, haciendo más caso a los cantos de sirena contra la inmigración y el asilo --no sea que demos alas a los partidos xenófobos--, reforzando los nacionalismos y los poderes de los Estados i proclamando quizás una Europa de dos velocidades, para permitir que el eje franco-alemán gane aún más peso i sigamos yendo a remolque de unos intereses que no son los de la mayoría. Todo ello como una involución en la dirección errónea. Ahora, más que nunca, habrá que saber leer entre líneas y fomentar que haya una opinión pública capaz de debatir en profundidad y de proclamar la queja de fondo de millones de ciudadanos, que no queremos más Estado i más economía sino más democracia directa, más política y sobre todo más políticas sociales.

Mucho de lo que está pasando tiene que ver con el miedo, que és un mal consejero y sobre todo lo contrario a la confianza, que está en la base de la paz y de la justicia. Será necesario volver a alzar la voz desde la calle, para repetir una y mil veces "no es esto, compañeros, no es esto". La salida de Gran Bretaña de la Unión es un golpe más en la triple crisis que vive Europa: de valores, institucional y de ineficacia, pero no es la única ni posiblement la más importante, porque la libre circulación de bienes y servicios no se frenará y Europa seguirá firmando Tratados con GB porque "God save the Queen" y la pela es la pela.

Más profunda me parece la crisis de valores y de inacción que vivimos, ante más de un millón de personas que llaman a la puerta de una Europa de 300 millones que dice, en boca de sus portavoces oficiales --¡mentira!-- que hay "una crisis de refugiados casi inabordable" y que identifica la población refugiada con la inmigración irregular, convirtiendo las políticas de inmigración en políticas de seguridad, como si habláramos siempre de enemigos potenciales. Esto también atiza el miedo de la gente, destroza la confianza y da alas al pensamiento xenófobo y a los nacionamismos de raíz étnica.

Si regresamos a unas pantallas atrás al año 2000, con la elaboración de una Constitución europea en base a sus pueblos más que a sus Estados, podremos construir sobre bases sólidas lo que --me permito pensar-- quiere una buena parte de la ciudadanía: una Europa de las regiones y de los pueblos, ejemplo de multiculturalismo y de solidaridad mundial, sin cuotas asignadas de poder (28 comisarios, uno por Estado, ¿dónde se ha visto?), con un Parlamento con algunas competencias legislativas exclusivas, con menos  burocracia, más efectividad y una voz potente.

Es la hora de la responsabilidad. Ojalá comencemos a reclamar solidaridad con los refugiados para perder el miedo a unos poderes que no os representan. Sería la primera piedra de una construcción que demostraría que hemos entendido el enfado de mucha buena gente en toda Europa.

lunes, 7 de marzo de 2016

Crisis migratoria y de refugio, el reto pendiente

Reproduzco, por su valor y acierto, el artículo publicado por la Coordinadora española de ONG para el desarrollo:

El planeta afronta la peor crisis migratoria y de refugio de la historia. Casi 60 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares, un vergonzoso record que evidencia a incapacidad de los gobiernos de garantizar los derechos humanos.
La respuesta europea a esta crisis está lejos de sus valores fundacionales. Mientras miles de personas pierden su vida en trayectos peligrosos por tierra y por mar, la EU construye vallas, militariza las fronteras e incumple tratados internacionales en materia de derechos humanos e incluso su propia legislación.
Las personas que inician estos viajes a ciegas huyen de conflictos bélicos, condiciones de pobreza extrema y de violación sistemática de derechos humanos. Nadie comienza una huída de este tipo, poniendo en peligro su vida y la de sus familias, si no es porque no tiene otra opción. No hay muros frenen  el derecho de las personas a encontrar un sitio seguro donde vivir.
Mientras se incumplen las obligaciones en materia de migración, asilo y refugio, se recortan los fondos para cooperación internacional que podrían contribuir a la mejora de la situación en los países de origen. Se llega incluso a plantear que parte de esos escasos fondos para cooperación sean destinados a la atención de las personas que llegan a nuestras fronteras. La atención a estas personas exige contar con fondos adicionales, específicos y suficientes.
Mientras se violan sistemáticamente los derechos humanos a las puertas de Europa, el comercio de armas continúa aumentando sus beneficios; y la lucha por el negocio de los recursos naturales del planeta y los intereses geoestratégicos campa a sus anchas.
Consecuencias extremadamente peligrosas
Las graves consecuencias de este tipo de decisiones ya se están dejando ver. Los discursos y propuestas políticas xenófobas ganan terreno y con ellos los ataques a centros de acogida a migrantes y refugiados. Aunque afortunadamente, aún son residuales, la UE y sus Estados miembros deberían mantener la alerta para evitar que se repitan los graves errores del pasado.
La ciudadanía, como viene demostrando desde hace tiempo, está muy por encima de las decisiones políticas. ONG, grupos sociales, voluntarios y voluntarias, y la ciudadanía en general se está organizando tanto en los puntos de llegada como en múltiples ciudades para salvar vidas, atender a las personas que llegan a nuestros países y contrarrestar los mensajes y discursos que criminalizan a quien debe ser protegido.
Desde la Coordinadora de ONGD venimos denunciando esta situación y sumándonos a las propuestas ciudadanas que se están desarrollando en este sentido.

lunes, 22 de febrero de 2016

A las verdes y a las maduras, señor Suárez

"Un poquito de impossible o me ahogo", leí hace pocos días en un artículo, a propósito de la cárcel en que estamos convirtiendo nuestro cerebro, limitando nuestras posibilidades de actuación a "aquello que es posible", cada vez más acotado i domesticado por la economía y su seguidismo político. Como estoy convencido que la Historia avanza a fuer de convertir lo imposible en posible, llamadme ingenuo mientras la realidad vaya jugando a favor mío.

Un ejemplo de esta prisión mental lo tenemos en las recientes declaraciones del alcalde de Ferrol, Jorge Suárez, de la coalición de izquierdas Las Mareas, que espera (supongo que quiere decir desea) que se confirme el contrato de Navantia para la construcción de cinco fragatas de guerra para Arabia Saudí. "Tengo problemas de conciencia con esos contratos, ya que no es lo mismo hacer buques para Noruega que para Arabia Saudí, pero la situación de la comarca es la que es, y entre la conciencia y el hambre ...".

Suárez no es el único a avalar este contrato inmoral. El alcalde de Cádiz, José María González, Kichi, de Podemos, dijo lo mismo hace unos días. Parece que un contrato que puede llegar a los 3.000 millones de dólares en cinco años debe pesar más en la balanza que la conculcación de la Ley española de comercio de armas (que ha costado más de veinte años de trabajo y de presión política para poder aprobarla) y que el apoyo a una monarquía dictatorial que está en guerra abierta en Yemen -2.5 millones de personas desplazadas, 21 millones con necesidad de ayuda humanitaria, 6.000 muertos y 28.000 heridos-, un régimen que da apoyo a milicias sunitas en Líbano, Siria y otros países árabes, y vete a saber con qué relaciones con Estado Islámico, el último demonio conocido.

De manera que, si el gobierno español aprueba este contrato, además de cometer una inmoralidad cometerá una ilegalidad flagrante. Mira por donde no todo vale, señor Suárez, y si en lugar de aplaudir el hecho de que nuestros principales comerciales del Estado sean el ministro de Defensa y el Rey emérito tuviéramos otro tipo de comerciales de Estado, las cosas podrían ser distintas: el dilema no es "o trabajo o hambre", es un poco más complejo. Se trata de buscar trabajo digno y dejar de remover y remover en la industria de la muerte, el comercio de unas armas que más pronto que tarde llegan a manos asesinas.

Iría bien recordarnos que nuestra conciencia no es una cárcel, no es prisionera del posibilismo de mirada corta y vuelo rasante que sólo ve lo que tiene delante de la nariz. En definitiva, que entre la conciencia y el hambre ponemos el raciocinio y sabemos valorar las consecuencias de nuestros actos.

martes, 20 de octubre de 2015

Jerusalén: una ciudad dividida por la derecha que la quería indivisible

Reproduzco el artículo que acaba de publicar Meir Margalit, activista y miembro del Centro de >Iniciativas de Paz de Jerusalén:
Jerusalén: una ciudad dividida por la derecha que la quería indivisible
Meir Margalit
Como un deja vu angustiante, como una tormenta que no deja de azotarnos, vuelve a estallar esta nueva ola de violencia. Y nos deja perplejos y avergonzados por la impotencia kafkiana de quien sabe lo que habría que hacer para acabar, de una vez por todas, con esta violencia endémica, pero nadie lo escucha.  Esto era de esperar, en particular en épocas de festividades judías, cuando religiosos derechistas se empecinan en subir a la Explanada de las Mezquitas, exasperando los nervios palestinos, que ya están tensos al máximo sin necesidad de estas provocaciones. Era de esperar, pero, por obra del diablo, estas irrupciones de violencia siempre nos toman por sorpresa, nunca se está lo suficientemente preparado para enfrentarlas.   
Sin embargo, a pesar de esa sensación de haber ya presenciado la misma película, podemos notar algunos rasgos propios de esta revuelta.  Por primera vez en muchos años, se produce un acontecimiento perturbador en el que los jóvenes palestinos de Jerusalén se vuelcan a las calles en forma masiva, espontánea, sin apoyo de ningún movimiento organizado, apedreando todo símbolo israelí que se cruza en su camino, atropellando civiles israelíes y atacando con cuchillos de cocina, hasta llegar a su máxima expresión la semana pasada cuando un niño palestino de 13 años atacó a cuchillazos a otro niño israelí de la misma edad, lo que convirtió automáticamente a cada niño palestino en "terrorista activo" a ojos israelíes. 
Este modelo de rebelión ha dejado a la policía israelí perpleja, ya que este estilo de  ataques son imprevisibles e imposibles de prevenir. Mucho mas fácil para los servicios de seguridad israelí es combatir células terroristas organizadas que enfrentarse a civiles armados con cuchillos caseros  que, en un momento de ira, deciden acuchillar al primer israelí que se cruza en su camino. Esta nueva estrategia popular palestina ha producido un cambio sumamente significativo en el desarrollo del conflicto. Hasta tal punto, que por primera vez en muchos años podemos declarar que la calle palestina en Jerusalén oriental ha logrado un triunfo contundente, aunque no sea más que como un "gol en contra" del gobierno israelí.
La imposición de un estado de sitio en Jerusalén oriental -o lo que Giorgio Agamben denomina "un estado de excepción"-, que incluye la utilización por primera vez desde 1967 de fuerzas militares como refuerzo a la policía local y de bloques de cemento que separan los barrios palestinos de los israelíes, es sin duda alguna uno de los triunfos mas contundentes de los jóvenes rebeldes de Jerusalén oriental. Ello requiere una lectura atenta de los significados simbólicos que representa, ya que a primera vista pasan desapercibidos.
Lo primero que resalta es, por encima de todo, el estado de pánico en que esta sumergida la sociedad israelí, la incapacidad para controlar la situación, y el grado de cinismo con que el gobierno manipula la opinión publica israelí, apoyándose en que nadie conoce la geografía del lugar: da igual cuantas vallas instale la policía en Jerusalén oriental, siempre habrá un hueco por el que unos terroristas dispuestos a todo podrán infiltrarse a la parte occidental de la ciudad. Pero lo mas significativo es que al declarar el “estado de sitio”, el gobierno israelí ha dividido de facto la ciudad de Jerusalén.  
La izquierda israelí aduce desde hace 46 años, sin mayor éxito, que el modelo de ciudad unificada no tiene futuro y es necesario dividirla: ahora lo ha llevado a la práctica la derecha israelí sin mayor remordimiento de conciencia. El despliegue de soldados y bloques de cemento en las rutas que conectan a los barrios palestinos con la parte israeli es sumamente simbólico porque nos remiten a los Territorios Ocupados de Cisjordania. Los transforma en un claro significante de la anulación de distinciones entre Jerusalén y los Territorios Ocupados, o lo que  podría denominarse la "Cisjordanización de Jerusalén".  Nunca Jerusalén oriental ha estado tan cerca de los territorios ocupados y tan lejos de Jerusalén occidental.
Y este "gol en contra" llega a tiempo. Durante los últimos años, y a medida que la situación económica ha ido mejorando, la población adulta de Jerusalén oriental comenzó a acomodarse o a resignarse a la ocupación. A partir de ahora esta percepción colapsa y la gente vuelve a recordar que están bajo una ocupación militar que, por mas beneficios económicos que pueda conllevar, es y será insoportable.  Durante los últimos años, gracias a una política de gestos implementada por el actual alcalde israelí de la ciudad, la ocupación perdió su fachada opresora y su imagen se volvió mas light, hasta tal punto que los últimos sondeos demuestran que mas de la mitad estarían dispuestos a adquirir la ciudadanía israelí.    Este proceso de doblegamiento a la ocupación ha colapsado estruendosamente, ha sido literalmente quebrado por los jóvenes. La dosis de relativa prosperidad que el alcalde Barkat  suministro a sus padres, no les atañe: están en esa edad en la que la dignidad y el orgullo son factores decisivos en la consolidación de su identidad, mucho más importantes que la prosperidad económica que persiguen sus padres. 
La idea de tranquilizar al publico israelí gracias a las barreras no es nueva en nuestra región.  Durante la segunda Intifada, fue Ariel Sharon el primero en promover en 2002 la construcción de la muralla de separación a fin de calmar a la población israelí.  Siguiendo esta lógica escapista, Netanyahu introduce vallas de cemento armado con el mismo objetivo. Construir otra muralla seria demasiado exagerado pero, salvando las diferencias, en ambos casos el resultado es el mismo: Sharon y Netanyahu dividen la ciudad de facto.
Diez años después de construida la muralla de separación, que dejó fuera a extensas partes de la ciudad y a más de 50.000 residentes palestinos, el gobierno actual separa Jerusalén oriental en una serie de enclaves cerrados que, mas que afectar la vida cotidiana, producen un cambio total en la mentalidad palestina respecto a la ocupación.  Netanyahu les ha vuelto a recordar que viven bajo ocupación militar, y ha reavivado de esa manera el ansia palestina de liberación.
La tensión generada por estos disturbios ha corroborado que el modelo de la "Jerusalén unificada" es insostenible, que por debajo de la tierra ruge un volcán. La tenacidad con la que la población joven desafía al sistema israelí es la prueba contundente de que este régimen de ocupación esta destinado a enfrentar periódicamente alzamientos violentos que, a largo plazo, acabaran desmoronándolo. Toda represión es temporal por definición y la actual represión policial esta sembrando las semillas de la próxima rebelión. Los jóvenes palestinos arrestados, cuyo numero ronda los 2.500, llevarán en sus venas por siempre el ansia de revancha. Y el folklore local ya esta fertilizando la próxima generación de jóvenes que aspira imitarlos, porque en el imaginario local esos son los pequeños guerrilleros que, poniendo en jaque a la policía,  salvaron la dignidad nacional.
Todavía es prematuro saber si estamos ante la tercera Intifada. Sea cual fuere el futuro,  el valor intrínsico del levantamiento juvenil  consiste en haber puesto de relieve la patología del sistema municipal de Jerusalén y, más allá de sus logros a corto plazo, los acontecimientos han dejado claro que una estructura de esta índole podría perdurar, pero no tiene derecho a existir. 
Un proverbio hebreo dice que la labor de los santos es realizada por gente común.  No se si será cierto. Pero lo que esta claro es que el objetivo de la izquierda lo está llevando a cabo, a su brutal manera, la derecha.   
www.sinpermiso.info, 17 de octubre 2015 





martes, 15 de septiembre de 2015

Carta de una abuela castellana

Soy española, vivo en Barcelona, soy del Real Madrid, hablo castellano y no me siento catalana. Pero mañana votaría sí a la independencia de Cataluña.
No entiendo de Política, no me sé la constitución
 
Entiendo de personas. Las personas se entienden cuando se respetan, se toleran y se escuchan. Las personas se casan porque en un determinado momento se enamoran y deciden por ambas partes compartir sus vidas, sus beneficios y sus penas. Compartir, tolerar y respetar. En lo bueno y en lo malo. 
Pero a pesar de lo prometido a veces se rompe el amor, sin intencionalidad, sin maldad, con todo el dolor de nuestro corazón. Y se puede romper por ambas partes o sólo por una. En ambos casos hay divorcio, de mutuo acuerdo, de malos modos. Pero nunca se obliga a
nadie a quedarse en un matrimonio en contra de su voluntad. Si una de las partes se quiere ir, se va. Con todo el dolor de nuestro corazón. Y en el supuesto caso que pretendiéramos que se quedara, que debiera recapacitar y renunciar a su libertad, ¡No se le amenaza, se le
infravalora, se le ignora, se mal juzga o se le deja de respetar!
 
En ese absurdo caso sólo se consigue el caso opuesto: más determinación. La decisión de independizarse ya no sale de su razón, de su reflexión o decisión. Sale directamente de su corazón. Primitivamente. ¡Secuestro amigdalar! Han ofendido su autoestima, su sensación de país. Su orgullo. 
Soy madre de tres niños, han nacido y se están criando aquí. Yo soy española, siempre lo seré, viva donde viva. De igual manera que si viniera un japonés a vivir a España siempre sería japonés. La nacionalidad se forma en un determinado momento de nuestra infancia, percibo, supongo. Ellos decidirán su nacionalidad y si quieren, deciden, optan o sienten que son catalanes por encima de cualquier cosa, no pondré reparos. No serán menos ni más que nadie. 
Pero por delante de las banderas estamos las personas.
Y por delante del patriotismo debería ir el sentido común y el respeto. Hablo desde mi experiencia y las peores traiciones no me las ha hecho ningún catalán. Pero la mayor lealtad sí la he vivido en esta tierra, con esta gente. Y no entiendo de política, pero creo que hubiera sido más rico para la historia de España respetar a Cataluña como tal, como ellos se sienten, con su riqueza de cultura, gente y generosidad. Respetarla y tratarla por su valía. Pero sospecho que ya es tarde. Un poquito de respeto de vez en cuando no viene mal.
 
Por todo ello mañana yo votaría sí a la independencia de un "país" que no quiere formar parte de otro, simple- mente porque no se siente respetado. Tan simple como la vida misma.

Beatriz Puerta 

sábado, 29 de agosto de 2015

El verano de nuestra vergüenza mediterránea

Cada verano las mafias que transportan las personas ávidas de una vida mejor hacia Europa, desde África y Oriente Medio, hacen su agosto ante las denuncias de los medios de comunicación y los lamentos de nuestros gobernantes, que se limitan a poner más vallas, vigilancia i lanchas patrulleras para "disuadir" a los desesperados, construyendo ciudades-prisión como per "dissuadir" els desesperats, manteniendo ciudades-prisión como Ceuta y Melilla, dedicando dinero a tareas de policía de fronteras o expandiendo ideas peregrinas como la de destruir las pateras bombardeando costas africanas como si éstas formaran parte de nuestro patio trasero.

Este año, sin embargo, el drama de los conflictos armados mal o nada resueltos en Iraq, Siria, Afganistan, Egipto o Libia ha derramado la olla y Europa ha continuado en su lógica de hablar de "alud migratorio" (fíjense en la connotación negativa del término), cuando se está produciendo -ante la parálisis ciudadana- una de las mayores crisis humanitarias de refugiados desde la segunda Guerra Mundial. La primera respuesta de los gobiernos europeos, intentando repartirse cicateramente a 40.000 persones demandantes de asilo entre los estados de la UE como si fueran estraperlo -¡Qué papelón el del gobierno español... haciéndose el más solidario y negándose a acoger su "cuota", todo al mismo tiempo!- ha sido el principio de nuestra vergüenza colectiva.

Ahora, a finales d'agost, ya no hablamos de 40.000 sino de un millón de personas que huyen de la guerra, la injusticia y la inhumanidad o que buscan un medio de vida digno (los inmigrantes económicos también tiene derechos, recordémoslo). El drama se presenta en toda su crudeza y la Unión Europea sigue haciendo prevaler el criterio de cada estado y no una política común de acogidam asilo y migraciones.

Quiero compartir algunas reflexiones, que presento en forma de enunciados para no cansar al personal. Sé que cada una de ellas merecería mucha tinta y muchos matices, pero eso lo dejo para más adelante.

1. El problema esencial del sistema capitalista especulativo no es la pobreza extrema que deja a muchas personas y colectivos fuera del terreno de juego, sino la desigualdad creciente de rentas, oportunidades y medios de vida que provoca el propio sistema. Hay un 20% de la nuestra ciudadanía que se aprovecha de las bondades del sistema, actúa de freno ante cualquier cambio e impide las regulaciones legales y jurídicas que podrían limitar el lucro desmesurado.

2. Ésta no es una crisis humanitaria fruto de cuatro dictadores tocados del ala y corruptos (que también), sino sobre todo de unos intereses espúreos de empresas transnacionales, lobbyes especuladores y gobiernos de países dominantes, para mantener el statu quo y que las sociedades enriquecidas mantengamos la camama. La invasión occidental de Iraq tiene mucho que ver con la creación de Estado Islámico, la inacción de Occidente ante la guerra civil siria tiene mucho que ver con los intereses de Israel en la zona, y muchas guerras africanas tienen todo que ver con el acceso de Occidente y China a materias primas estratégicas y necesarias para nuestro "desarrollismo sin fin".

3. Mientras los temas de seguridad interior y exterior sean incontestables y pasen siempre por delante de los derechos humanos, en todos los dramas y situaciones, no resolveremos las crisis derivadas de conflictos armados de una forma eficaz y duradera. Todas las fronteras democráticas han de ser porosas, bien controladas pero porosas por naturaleza, o dejarán de ser democráticas y aceptaremos que un "gran hermano" decida por todos nosotros quien entra y quien sale de casa.

4. En el caso de Europa, nos llenamos la boca hablando de proyecto común cuando lo único que mantenemos en común es el poder de los Estados-nación, que no se corresponde ni a la realidad multicultural y mestiza de nuestras regiones -que demanda más poder local-, ni a la realidad de las naciones que no son Estado, ni a la burocracia de unas instituciones europeas con muy poco poder real. ¡El antiguo Régimen sigue vigente!.

5. La UE necesita corredores humanitarios seguros, controlados pero también acogedores, que distribuyan la población migrante e identifique con rapidez las personas que no pueden tener el estatuto de refugiado. Necesita, también, un cupo anual de migración económica que pueda absorber nuestra sociedad. Y, finalmente, necesita combatir con rigor y firmeza la demagogia instalada de "primero los de casa" que nos deshumaniza.

5. Cataluña puede y debería acoger al menos un 1 por mil anual de su población (es decir 7.500 personas) demandantes de asilo, y este año debería hacerlo con celeridad, durante el próximo mes de septiembre, aunque el gobierno español no esté por la labor.

6. A pesar de las dificultades y defectos del sistema, hay lugar para la esperanza si la ciudadanía nos indignamos y actuamos ante lo que consideramos injusto. Recordemos, si no, aquellos versos de Machado: "Creí mi hogar apagado, removí las cenizas y me quemé la mano".