martes, 15 de septiembre de 2015

Carta de una abuela castellana

Soy española, vivo en Barcelona, soy del Real Madrid, hablo castellano y no me siento catalana. Pero mañana votaría sí a la independencia de Cataluña.
No entiendo de Política, no me sé la constitución
 
Entiendo de personas. Las personas se entienden cuando se respetan, se toleran y se escuchan. Las personas se casan porque en un determinado momento se enamoran y deciden por ambas partes compartir sus vidas, sus beneficios y sus penas. Compartir, tolerar y respetar. En lo bueno y en lo malo. 
Pero a pesar de lo prometido a veces se rompe el amor, sin intencionalidad, sin maldad, con todo el dolor de nuestro corazón. Y se puede romper por ambas partes o sólo por una. En ambos casos hay divorcio, de mutuo acuerdo, de malos modos. Pero nunca se obliga a
nadie a quedarse en un matrimonio en contra de su voluntad. Si una de las partes se quiere ir, se va. Con todo el dolor de nuestro corazón. Y en el supuesto caso que pretendiéramos que se quedara, que debiera recapacitar y renunciar a su libertad, ¡No se le amenaza, se le
infravalora, se le ignora, se mal juzga o se le deja de respetar!
 
En ese absurdo caso sólo se consigue el caso opuesto: más determinación. La decisión de independizarse ya no sale de su razón, de su reflexión o decisión. Sale directamente de su corazón. Primitivamente. ¡Secuestro amigdalar! Han ofendido su autoestima, su sensación de país. Su orgullo. 
Soy madre de tres niños, han nacido y se están criando aquí. Yo soy española, siempre lo seré, viva donde viva. De igual manera que si viniera un japonés a vivir a España siempre sería japonés. La nacionalidad se forma en un determinado momento de nuestra infancia, percibo, supongo. Ellos decidirán su nacionalidad y si quieren, deciden, optan o sienten que son catalanes por encima de cualquier cosa, no pondré reparos. No serán menos ni más que nadie. 
Pero por delante de las banderas estamos las personas.
Y por delante del patriotismo debería ir el sentido común y el respeto. Hablo desde mi experiencia y las peores traiciones no me las ha hecho ningún catalán. Pero la mayor lealtad sí la he vivido en esta tierra, con esta gente. Y no entiendo de política, pero creo que hubiera sido más rico para la historia de España respetar a Cataluña como tal, como ellos se sienten, con su riqueza de cultura, gente y generosidad. Respetarla y tratarla por su valía. Pero sospecho que ya es tarde. Un poquito de respeto de vez en cuando no viene mal.
 
Por todo ello mañana yo votaría sí a la independencia de un "país" que no quiere formar parte de otro, simple- mente porque no se siente respetado. Tan simple como la vida misma.

Beatriz Puerta